[Reseña] Samurái de ojos azules: Una clásica historia de venganza, pero mejor
"No hay lugar para el amor, la amistad o la debilidad".
En el Japón del periodo Edo, bajo el mandato del shogunato de Tokunawa, se cerraron las fronteras y era ilegal que personas blancas estuvieran en la isla, pero, aun así, había cuatro hombres blancos haciendo estragos en la nación del Sol Naciente. Y la misión de Mizu, protagonista de Samurái de Ojos Azules (Blue Eye Samurai), es matarlos a todos.
La venganza es su meta en la vida: no pretende ser feliz, sino estar satisfecha. Ah, sí. Mizu es mujer. Algo que no se nota tanto a primera vista, pero se interpreta a través de su voz y, poniendo un poco más de atención, a las delicadas facciones de su rostro.
Con tanto estreno de anime durante noviembre en Netflix, Samurái de Ojos Azules pasó muy desapercibida, pero, al encontrarla en el catálogo, es una serie que no puedes soltar. Escrita por la dupla de Michael Green (Logan) y Amber Noizumi, la serie es un anime para adultos como pocos se pueden encontrar a este lado del mundo: acción, sangre y sexo explícito (REPITO: es una serie PARA ADULTOS).
Mizu es una persona mestiza, producto de que uno de los hombres blancos presentes en el país haya violado a su madre, por lo que considerada un onryō (demonio, fantasma menos que un ser humano) por sus compatriotas. Al ser constantemente rechazada, la vida le enseña a sobrevivir y le lleva a ser aprendiz de herrero, donde aprende a forjar cuchillos y espadas. Por supuesto, su espada es la más especial de todas: es la que guía su rojo camino.
A medida que avanza la temporada, que consta de ocho capítulos, nos adentramos en la historia de vida del samurái y el por qué se ha transformado en este rōnin lleno de dolor y sed de venganza. La delicada animación híbrida entre 2D y 3D del estudio francés Blue Spirit ayuda mucho a contar esta leyenda que, nutriéndose de su estética y métrica, se adentra profundamente en la cultura japonesa.
La construcción narrativa y visual de la serie evoca directamente a la obra de Akira Kurosawa. Es el gran referente para este tipo de producciones y, cuando el recurso se utiliza sabiamente, se entiende que es una referencia y no se presenta como copia.
Los flashbacks hacia eventos pasados en la vida de Mizu dan una capa de profundidad muy necesaria entre tanta sangre derramada en el invierno de Kioto. Un hermoso viaje vengativo sobre la constante balanza del bien y el mal.
Lo que sí se presenta como algo disonante es la musicalización de algunas escenas. Hay un montaje donde suena "Battle withour honor or humanity" de Kill Bill, "Jeannie, Jeannie, Jeannie" de Black Cats y hasta un cover de Metallica. No es que no calcen con la acción del momento, pero son decisiones curiosas teniendo en cuenta cómo se ha construido la banda sonora del resto de la serie.
Con un impresionante casting que incluye a Maya Erskine como Mizu, Masi Oka como el sidekick Ringo, Darren Barnet como Taigen, Brenda Song como la Princesa Akemi, George Takei como Seki, Randall Park como Heiji Shindo, Cary-Hiroyuki Tagawa como el Maestro Eiji y Kenneth Branagh como Abijah Fowler, la serie ya ha sido renovada para una segunda temporada a un mes de su estreno.
La primera temporada de Samurái de Ojos Azules se encuentra disponible en Netflix.