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[Reseña] Rebel Moon - La Guerrera que Deja Marcas: Confusión en cámara lenta

Una historia que, aparentemente, está lejos de terminar.

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Cuatro meses después del estreno de Rebel Moon: La Niña de Fuego, Zack Snyder ha regresado a Netflix con la segunda parte, titulada La Guerrera que Deja Marcas (The Scargiver, en inglés), película que es una secuela absolutamente directa de la anterior -no hay rango de tiempo entre una y otra- y que, a pesar de las críticas negativas, se mantiene en el primer lugar de reproducción de dicho streaming.

La Niña de Fuego funcionó como una introducción, demasiado larga, al universo controlado por Mother Land, revelándose en esta oportunidad algunos datos bastante fundamentales. Uno muy importante es el que dice relación con Kora / Arthelais (Sofia Boutella), respecto a su calidad de fugitiva y de por qué lo es. Lamentablemente, es un arco que no se aborda lo suficiente y termina quedando en segundo e, incluso, tercer plano detrás de las explosiones de la batalla.

Atticus Noble (Ed Skrein) vuelve como representación física de la fuerza antagonista Mother Land, con un glorioso retorno después de ver a la muerte ante los ojos de Balisarius (Fra Fee) en un lugar indeterminado entre la Matrix y El Mundo entre Mundos. Atticus viene a cobrar venganza contra quien trató de matarlo y es uno de los pocos personajes con una motivación concreta.

El resto, nuevamente, logra pasar sin pena ni gloria. Nunca hay química ni confianza entre ellos, a pesar de obligarse a contar sus historias en una escena que recuerda a La Última Cena de Da Vinci -confirmado por Snyder en una entrevista- para saber con quiénes están luchando.

Ya lo dijimos en la reseña de la primera parte: ¿cómo vamos a armar una revolución si no conocemos a nuestros compañeros de armas? La confianza se basa en esos detalles y, nuevamente, eso no sucede.

Luego de reunir a los mejores guerreros que la galaxia pudo proporcionar para comenzar una revolución a pequeña escala, nuestros protagonistas regresan a Veldt para enfrentar su destino: cosechar trigo en cámara ultra lenta, entrenar granjeros en el arte de la lucha armada en tiempo récord, evitar la invasión del Imperium y, en el proceso, impedir que la aldea se destruya en exceso. Tienen éxito y, a la vez fallan, en dos de esos objetivos.

Gran parte del metraje de la cinta -que dura dos horas con 3 minutos, 10 menos que la anterior- corre en la batalla, con naves espaciales, grandísimas explosiones y, nuevamente, un exceso del recurso de la cámara lenta. Si bien es el sello del director, ya no está al servicio de amplificar la épica de lo que sucede en pantalla, sino que termina convirtiéndose en algo absolutamente banal.

Hay un uso y abuso del recurso que termina agotando.

La historia es caótica y la entrega de los textos, llenos de términos difíciles y palabras muy bien pronunciadas, no logra convencer.

Incluso, llega a ser incoherente y repetitiva, a lo que el montaje y la edición tampoco ayuda. Hay secuencias que son cortadas de golpe para dar paso a otra acción completamente diferente, con un constante juego de enfoque / desenfoque que también distrae en exceso. A pesar de ganar la batalla y destruir un montón de cosas, el cierre de la historia es apresurado y nada conclusivo.

¿Qué va a suceder con esta guerrilla, que ya demostró que puede hacer caer a Imperium? Snyder ha declarado que tiene planes para dos o incluso cuatro cintas más de Rebel Moon, pero no entrarán a fase de producción en el futuro cercano.

Lo que sí se puede esperar pronto son las ediciones del director de ambas partes (cada una alcanzaría las tres horas) que llegarían juntas al gigante del streaming, aún sin fecha definida.

Rebel Moon: La guerrera que deja marcas ya está disponible en Netflix.

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