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[Reseña] Fast & Furious Crossroad: Ni tan bueno, ni tan malo

Tuvimos la posibilidad de jugar en extenso a la apuesta en videojuego de la exitosa saga de velocidad y acción.

La expectación por la llegada de  Fast & Furious a las consolas era muy alta y seguro eso pudo haber afectado para que sus críticas globales se pasearan entre “decepcionante” a “lo más malo en videojuegos de este 2020”, pero la realidad es definitivamente otra.

Y quizás pasa lo mismo que con las películas, que para algunos pueden ser malísimas y para otros incluso deberían estar nominadas al Oscar (Sí, Vin Diesel lo dijo pero viene muy de cerca la recomendación). Lo cierto es que se trata de críticos o especialistas que, generalmente, alaban una propuesta alejada de las luces y los grandes presupuestos y despedazan todo lo que tenga que ver con parafernalia y olor a mega éxito.

Con el avance de la tecnología y la potencia que han adquirido las consolas ha ido sucediendo lo mismo, o parecido al menos. Los críticos se deshacen con propuestas como Horizon Zero Dawn o The Last Of Us Part II y destrozan a títulos como, por ejemplo, el de este review. El problema es que terminan metiendo en un saco a todos los videojuegos y olvidan para qué está hecho cada uno. Dicho esto, vamos ahora con la reseña.

La principal gracia que tiene el juego es que incorpora las voces reales de tres de los protagonistas de la saga de películas: Vin Diesel, Michelle Rodriguez y Tyreese Gibson retoman sus papeles respectivos como Dom, Letty y Roman, lo que junto a referencias a otros personajes dentro de los diálogos y por supuesto las escenas de velocidad y acción, te hacen sentir que sí estás dentro de una superproducción de Fast & Furious. Punto para el juego.

Otro atractivo es la historia, que si bien no es digna de un Best Sellers, bien parece un guión de una película de la saga y es completamente nueva. Sigue los cánones de la del cine, los elementos, el desarrollo y el desenlace. Todo está ahí, por lo que, de nuevo, te permite sentirte parte de la familia de Dom.

Hay ripios, claro que si y varios: Es complejo seguir los diálogos puesto que pasan muy rápido, no son del todo vistosos y además que al estar centrada la concentración en el manejo se hace bastante complejo leerlo. Incluso hay instrucciones importantes que puedes saltarlas sin darte cuenta, teniendo que repetir dicha parte para saber qué hacer.

También hay varios problemas gráficos e incluso glitches que seguro en esta época tecnológica no debiesen permitirse, como por ejemplo quedar a centímetros de personas que van por la vereda y que ni siquiera se inmuten frente a la destrucción de autos y edificios a su alrededor. O que en una caída los autos pasen por encima de rocas o cerros como si nada. Esos momentos me recordaron a lo visto con asombro en la versión 2020 del juego de la WWE, aunque ahí es a una escala mayor.

Hay muchos reclamos por la gráfica de los personajes, pero la verdad es que yo no encuentro que esté tan mal. Los tres que conocemos tienen bastante parecido con la realidad y si nos llegasen a quedar dudas de quiénes son, se disipan con la voz original. Sobre los desconocidos, no estan mal, pero tampoco es espectacular. Y en cuanto a los autos, bueno, están bien pero quizás se extraña que el nuestro sufra las mismas consecuencias de los que chocamos. Porque los otros sí quedan destrozados, mientras que el nuestro apenas tiene uno rasguños.

Pese a esto, el juego cumple con la misión de entretener, tal como lo son sus películas. El modo historia ronda las cuatro horas y me parece justo, pues creo que si durase más quizás se volvería insufrible. Vuelvo y repito, lo mismo que pasaría en el cine con un larga duración de Fast & Furious.

El juego es lo que es, una parte de esta exitosa y millonaria saga que fue llevada del cine a las consolas. No se le puede pedir más ni tampoco tenemos que esperar más de lo que entrega. Lo que si, está lejos de ser un juego destacado, pero del mismo modo queda muy lejos de ser el peor título del año.