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Nada nuevo: Roman Reigns derrota a Brock Lesnar y es el máximo campeón de la empresa

Nadie para al “Jefe Tribal”.

Se suponía sería el cierre perfecto para una doble jornada de Wrestlemania 38 que tuvo puntos altísimos como los regresos de Stone Cold, Cody Rhodes y hasta del mismísimo Vince McMahon que con 76 años volvió a tener una lucha oficial, pero estuvo lejos de sorprender.

Sí, porque lo que se venía fraguando desde hace poco más de un mes en relación a la unificación de los títulos máximos de RAW y SmackDown nos hacía suponer una verdadera lucha de ensueño, en la que ambos campeones lo darían todo para quedarse con ambos cinturones, pero nada de eso ocurrió.

Es cierto que hubo buenos movimientos ejecutados por ambos (menos una especie de choque de Reigns a Lesnar que nadie entendió), pero también resulta real decir que hubo un exceso de uso de algunos que a la larga la hizo ver como una lucha monótona y que hizo que costara aún más identificarse con ella.

Eso principalmente por el poco efecto que tuvieron algunas movidas en comparación a otras ejecutadas, por ejemplo, en un show semanal. Unas que podían dejarte fuera de carrera pero que aquí no se vieron siquiera porque se trataba del evento principal de la marca y que no hicieron mella en el correspondiente rival.

Toda esa sensación de que “esto ya lo vimos” aumentó cuando tras un simple spear o lanza Roman Reigns logró el conteo de tres convirtiéndose así en el Campeón Unificado, algo que seguro a contar de esta semana comenzaremos a tener más claro pues por el momento no se sabe lo que significa ser el mandamás de cada una.

Como era de esperarse, el triunfo trajo consigo la reacción adversa del público en el estadio  y sin duda alguna en las casas que quienes lo vieron a través del televisor y dejó ahora como prácticamente invencible a Reigns que además de todo lo que ya sabemos, la WWE y Vince se encargaron una vez más de endiosar.