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[Reseña] Flow: Una travesía puramente cinematográfica

El viaje de un gato gris para sobrevivir en un mundo devastado es el mejor estreno de lo que va del 2025.

Un gato es un animal desconfiado, curioso y esquivo, soliendo preferir la soledad a la compañía. Es algo que se encuentra en sus genes. Los cambios le resultan inconcebibles y tampoco es muy amigo del agua. Así es el solitario gato que protagoniza Flow, una tremenda y fascinante odisea sobre ir en contra de nuestra propia naturaleza para sobrevivir en un mundo devastado y hacer frente a nuestros más grandes miedos.

La más reciente alegría que nos da la animación en la gran pantalla llega desde Letonia, un país que no posee una real tradición en esta industria, con una aventura universal dirigida por el cineasta letón Gints Zilbalodis (Away) que deslumbra con su bello viaje acuático sin diálogos y con animales que deben confiar los unos en los otros, aunque vaya en contra de sus propios instintos, para cooperar y salvarse como un todo.

Esta es una fábula postapocalíptica en un mundo donde solo quedan animales. Hay vestigios de que los humanos existieron en esta Tierra, pero eso fue hace mucho. Las ambiciones humanas parecieran haber sido realmente insignificantes frente al poder de la naturaleza.

Todo está narrado desde el punto de vista de un gato gris. Aquel felino se ve obligado a abandonar la seguridad de su hogar a raíz de una gigantesca inundación, refugiándose en un maltrecho barco y formando equipo con un capibara, un lémur, un perro y una majestuosa ave para navegar en un mundo devastado en busca de tierra firme.

Aquí no hay chistes fáciles ni animales antropomórficos, sino que animales muy diferentes entre sí. Instintos y patrones de conducta inherentes a sus especies. Cuando trabajan juntos, el cambio llega.

No más tribalismo, sino que avanzar con nuestras propias diferencias por un bien mayor.

La primera vez que vemos a nuestro protagonista es a través de un irregular reflejo. También nos podemos observar ahí. Si estamos solos, si tememos de los demás y peleamos por trivialidades, jamás avanzaremos. Debemos confiar en los demás y abrazar lo que nos hace diferentes para sobrevivir en un mundo en crisis. Así, al final, tendremos un reflejo no se distorsiona.

Zilbalodis no solo dirigió Flow, sino que también es el director de arte, director de fotografía y editor, además de coescribir el guion junto a Matīss Kaža. Ambos produjeron la cinta con Ron Dyens y Gregory Zalcman, siendo una película que llevó a colaborar a Dream Well Studio, estudio de animación de Zilbalodis en Letonia, con Sacreblue Productions de Francia y Take Five de Bélgica.

Lo que hace aún más aplaudible a esta película es haber sido creada completamente en Blender, programa gratuito y de software libre para modelar, renderizar, animar, iluminar y crear gráficos en 3D, y renderizada con el motor en tiempo real EEVEE, con un presupuesto ínfimo en comparación con otras superproducciones animadas de Disney, Pixar o DreamWorks.

El resultado es deslumbrante, viéndose cómo un menor presupuesto obliga a dar mayor creatividad, desde los diseños más simples de sus animales en contraste con el hiperrealista entorno.

Los sonidos de animales reales (el capibara en realidad era un camello bebé y la mística ballena tiene la voz de un tigre), los momentos de calma tras cada evento intenso, la cámara que sigue a cada personaje como si fuera un gato curioso y las melodías minimalistas que compuso el mismo Zilbalodis junto a Rihards Zalupe, hacen que todo fluya de maravilla.

Flow entiende el poder de la animación, del cine y del medio, entregando una emocionante experiencia que se comunica en términos puramente cinematográficos con un relato universal que conquistará a todos. Al igual que este variopinto conjunto de animales, solo nos tenemos a nosotros para hacer frente a una tormenta que no tiene por qué ser eterna.

Flow se estrena este jueves 20 de febrero en los cines chilenos.