SuperGeek.cl
Síguenos:

[Reseña] Scott Pilgrim Takes Off: Reimaginar lo existente da buenos resultados

Que alguien le regale Olaplex a Ramona, por favor. ESE CABELLO NO DA MÁS.

Luego de una película muy poco apreciada en su momento (tal fue el fracaso de taquilla en EE.UU. que ni siquiera llegó a los cines chilenos), pero que con los años ganó status como filme de culto gracias a sus constantes guiños a la cultura pop de principios de los 2000, la saga de cómics de Brian Lee O'Malley (Seconds, Lost at Sea) nuevamente ha arribado a la pantalla, pero, esta vez, del streaming.

Scott Pilgrim Takes Off (Scott Pilgrim da el salto), anime de ocho episodios disponible en Netflix, es la más reciente adaptación -junto a la ya mencionada película, un videojuego y los cortos animados Scott Pilgrim vs. The Animation para Adult Swim- de la epopeya de Scott contra la Liga de Ex Malvados que, con los mismos personajes, presenta una vuelta de tuerca a la ya contada historia sobre el pasado (y también, el futuro) de la vida amorosa de Ramona Flowers.

La idea no es derrotar a los ex, sino dar cierre apropiado a cada relación y en eso encontrar el consuelo para seguir viviendo en paz y, a la vez, darse cuenta de que, en realidad, los ex no son malvados, sino que a todos nos falta un poco de tacto y más responsabilidad afectiva.

El primer episodio, con algunos pequeños cambios como el diálogo sobre Pac-Man y el trabajo de Ramona -por copyright, probablemente, lo que hace que sean más graciosos-, es prácticamente calcado al inicio de la historia original del cómic y el film pero, por favor, no se dejen llevar por ese falso sentido de seguridad.

A partir del segundo capítulo es cuando las cosas se reordenan, reimaginan y comienzan a aparecer los nuevos hilos que tejerán tramas para historias de personajes que nunca tuvieron oportunidad de brillar mucho como Kim Pine, Young Neil, Lucas Lee o Matthew Patel.

Brian Lee O'Malley y BenDavid Grabinski (¿Le temes a la oscuridad?) fueron los encargados de escribir esta nueva adaptación, mientras que Edgar Wright (Shaun of the Dead, Baby Driver), director de la adaptación cinematográfica de 2010, aterriza como productor dejando la animación en manos del estudio japonés Science Saru (Devilman Crybaby, Japan Sinks: 2020 y los cortos Akakiri y T0-B1 de la antología Star Wars: Visions) y la dirección del español Abel Góngora, quienes, valiéndose de una paleta de colores brillantes y efectos (también brillantes), son capaces de otorgar ritmo, dinamismo y una particular identidad visual capaz de mejorar las secuencias de acción ya vistas en las viñetas y el celuloide.

Y no solo la producción está en manos de grandes de la industria, ya que el casting original está de vuelta para dar vida a los personajes: Michael Cera, Mary Elizabeth Winstead, Satya Bhabha, Kieran Culkin, Chris Evans, Anna Kendrick, Brie Larson, Alison Pill, Aubrey Plaza, Brandon Routh, Jason Schwartzman, Johnny Simmons, Mark Webber, Mae Whitman y Ellen Wong están de regreso en el universo estancado en algún lugar de la primera década de los 2000.

Y se nota que lo pasaron muy bien en esta nueva entrega. Por favor, pongan especial atención a Lucas Lee, el personaje a cargo de Chris Evans.

Al igual que en la adaptación live-action, la música tiene un lugar fundamental en la trama al ser transversal a la (nueva) historia que se cuenta, aportando aún más capas de profundidad a la ya impecable animación de Science Saru.

Siguiendo la tónica de la película, también podemos disfrutar de una fantástica mezcla de canciones originales junto a piezas de grupos reconocidos (a ver si encuentran a Tegan and Sara, Dead Kennedys, Johnny Cash y Vampire Weekend, entre otros).

La composición de las piezas estuvo a cargo de Joseph Trapanese (Tron: Legacy) y la banda japonesa de chiptune Anamanaguchi, quienes ya fueron particícipes de este mundo con el soundtrack del videojuego 8bits Scott Pilgrim vs. the World: The Game.

El opening pertenece al grupo musical nipón Necry Talkie y se titula "Bloom" y, al igual que casi todas las obras originales para este multiverso, cuenta con una línea de bajo fuerte y definida ya que es el instrumento que toca Scott.

A pesar de la gran cantidad de talentos reunidos para hacer realidad la serie, es difícil adivinar cómo será la respuesta del público: por un lado puede ser vista como excesivamente dependiente de las obras anteriores al estar referenciándose a sí misma de manera más o menos constante, lo que quizás aleje a potenciales audiencias (sobre todo más jóvenes, nacidas después de 2010), mientras que para fans del cómic y la película puede ser vista como una historia demasiado diferente de lo ya establecido en el canon de la Liga de los Ex Malvados.

A título absolutamente personal, creo que da en el clavo ampliando el foco al resto del grupo, otorgando una visión refrescante sobre la ya conocida pelea por el amor de una cabellera multicolor -que necesita un tratamiento urgente de Olaplex- al viento sobre patines en línea.

Si bien la serie es autoconclusiva, hay una escena postcréditos en el capítulo ocho que, quizás, da pie a una nueva historia que, para mí, estaría de más. (Pero es sabido que muchas veces para las grandes empresas de streaming no siempre mandan las buenas historias)

Los ocho episodios de Scott Pilgrim Takes Off están disponibles en Netflix.