No es broma: Una cafetera fue clave para la creación de la webcam
Y la flojera, madre de los grandes inventos de la humanidad.
Hace casi exactos treinta y tres años nacería una pieza de tecnología que se transformaría en un elemento fundamental de la internet actual. Hablamos nada más ni nada menos que de la cámara web.
Este pequeño objeto tecnológico, que nos parece de lo más común desde que llegara con todo durante los años 2000, vio la luz debido a una necesidad por un motivo que no puede considerarse otra cosa que curioso: beber café.
A comienzos de los años '90, los jóvenes investigadores de la Universidad de Cambridge Quentin Stafford-Fraser y Paul Jardetzky se enfrentaron a un problema ridículo, pero, también, muy frustrante. Bebían mucho café para aguantar las largas jornadas de trabajo y, en el edificio de varios pisos donde se encontraba ubicados, solo había una cafetera disponible para una gran cantidad de investigadores agotados.
Cuando llegaban a rellenar sus tazas, y más veces de lo que se podría creer, la cafetera se encontraba vacía. "Éramos alrededor de quince personas, y como éramos académicos pobres, solo disponíamos de una cafetera para todo el edificio", comentó Stafford-Fraser cada vez que le preguntan sobre la invención.
Ante la desesperación de no saber si la cafetera estaría llena o no al llegar a la sala donde se encontraba, Stafford-Fraser y Jartdetzky decidieron aprovechar sus conocimientos para crear una solución que, si bien fue bastante simple, tuvo un tremendo impacto en la industria tecnológica.
En estricto rigor, la creación de la webcam se dio en dos partes: la parte cámara y la parte web.
La primera consistió en conectar una cámara de vigilancia de 128x128 pixeles en escala de grises a la intranet de Cambridge. Esto se realizó a través de un programa de código muy básico llamado XCoffee, que tomaba tres imágenes de la cafetera por minuto y mostraba, a quien tuviera acceso, la cafetera "en tiempo real".
La parte web llegó un par de años más tarde cuando Martyn Johnson, distraído de su propio proyecto de investigación sobre las posibilidades de la recién nacida internet, se topó con el código del servidor de Cambridge -del cual él no era parte- y, modificándolo brevemente, lo subió a la incipiente world wide web.
¿El resultado? El 22 de noviembre de 1993 comenzó el primer live streaming de la historia y, quizás también, el más largo: estuvo activo hasta el 22 de agosto de 2001, cuando la cámara, la cafetera y su servidor fueron apagados para siempre.
Curiosamente, ver una cafetera las 24 horas del día se volvió viral, guardando las proporciones y recordando los estándares de la época. Debido a la diferencia horaria de Cambridge, Reino Unido, respecto a países como Japón o Australia, los investigadores recibieron varios emails donde se les pedía que dejaran la sala iluminada durante la noche, lo cual no tenía sentido alguno ya que no había nadie en el edificio que hiciera funcionar la cafetera durante esas horas.
Luego del apagón, la cafetera fue subastada en eBay por más de cinco mil dólares (unos cuatro millones ochocientos mil pesos chilenos a la conversión actual), y fue comprada por la revista alemana Der Spiegel, donde la hicieron funcionar nuevamente hasta que, en 2015, la cedieron en préstamo permanente al Museo Alemán de Tecnología de Berlín.