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[Reseña] Balada de pájaros cantores y serpientes: Un último suspiro

El gran defecto de esta precuela de Los Juegos del Hambre es poner todo el peso dramático sobre los hombros de Tom Blyth.

Un regreso al pasado, a aquella época en la que abundaban las ficciones distópicas para adolescentes es el que nos trae Balada de pájaros cantores y serpientes (The Hunger Games: The Ballad of Songbirds and Snakes), precuela de Los Juegos del Hambre que nos lleva a explorar la historia de orígenes de Coriolanus Snow, el frío y tiránico presidente de Panem que interpretó Donald Sutherland en las películas originales.

Tanto con el libro homónimo de Suzanne Collins como con esta película dirigida por Francis Lawrence, quien ya encabezó las adaptaciones cinematográficas de En Llamas y Sinsajo, nos preguntamos si era necesario dar un trasfondo a un personaje como Snow.

Con personajes y eventos dentro de la mitología de Collins mucho más atractivos de explorar, se opta por llevarnos al pasado, cuando Los Juegos del Hambre cumplen 10 años y desde el Capitolio se preguntan cómo generar interés por un evento en el que niños y jóvenes representantes de los distritos rebeldes compiten hasta morir.

Es ahí donde conocemos a un joven Coryo (Tom Blyth), cuya familia se enfrenta a la ruina. Aguantando el hambre y escondiendo al mundo los tiempos difíciles que viven los Snow, sueña con recuperar el rico y respetado estado que su familia tenía en el pasado. En el décimo aniversario de Los Juegos del Hambre, es elegido mentor del tributo femenino del Distrito 12, Lucy Gray Baird (Rachel Zegler), poniendo en práctica todas las maniobras que conoce para lograr el triunfo a cualquier costo y, de paso, iniciar un inesperado romance.

Los Juegos del Hambre: Balada de pájaros cantores y serpientes se divide en tres actos, siendo los dos primeros los más interesantes. A diferencia de la saga original, acá vemos el detrás de escena en el momento en el que los Juegos pasan a ser un verdadero espectáculo televisivo.Ese aspecto resulta ser lo más atractivo de esta precuela al presentar la transformación del castigo a los distritos rebeldes en un espectáculo aún más morboso, donde el rating es lo único importante. Si nadie lo ve, para el Capitolio no tiene ningún sentido.

Es ahí donde se repite la pregunta "¿Para qué sirven los Juegos del Hambre?", con la película llevando a Snow a descubrir la verdadera respuesta que esconde la cuestión en este mundo fascista y tiránico, donde los poderosos y ricos siempre verán a los tributos y distritos como sucios animales. Una simple exhibición para zoológicos humanos, sin pudor, como queda de manifiesto en una de las mejores escenas.

Coryo comprende el sentido de espectáculo que puede haber en los Juegos, viendo a los tributos como personas a las cuales admirar y seguir. No iguales, porque nunca lo serán bajo la mirada de los habitantes del Capitolio, pero sí protagonistas de un show donde uno pueda tomar partido. Muchas de las normas que caracterizaron a los Juegos en la saga original partieron acá.

Los problemas parten en dejar todo el peso dramático de esta historia que se extiende por dos horas y 37 minutos en Blyth, quien no tiene ni el carisma ni la presencia para sostener toda la película. Su personaje tampoco ayuda en esto debido a la inconsistencia en su desarrollo, cayendo en la tendencia de explicar a un villano porque había algo o alguien más malo antes. Nunca se lograr justificar el dar esta historia de fondo a un personaje que no la requería.

El metraje y la división en actos tampoco ayuda, con el tercer acto apurando para tratar de cerrar todo antes de que partan los créditos finales. De hecho, es acá donde, como espectadores, sí hubiéramos aceptado que la película se dividiera en dos partes, considerando la intensidad dramática que acarrea el tercer acto y que no merecía dejar como una especie de epílogo extendido. Esto también habría impedido que la película haga sentir sus 157 minutos, que pesan a la audiencia.

Aunque Zegler está bastante bien como Lucy Gray, donde el factor musical es clave para su personaje y tiene una voz fantástica para conquistar al espectador, son los secundarios quienes se roban la película, partiendo por una perversa Volumnia Gaul a cargo de la talentosísima Viola Davis -aplausos al diseño de vestuario- y el excéntrico y mago aficionado Lucretius "Lucky" Flickerman de Jason Schwartzman, poniendo las bases a la extravagante conducción de estos Juegos. No se queda atrás Peter Dinklage como Casca Highbottom, quien dice más con miradas que con diálogos.

La película también fuerza las conexiones con la historia de Katniss con un par de referencias -presentes también en el libro- que solo sirven para generar una sonrisa cómplice de los fans de la saga.

La ficción distópica juvenil termina dando un último suspiro con Balada de Pájaros Cantores y Serpientes, siendo una precuela que no es suficiente para revivir la gloria de un género que ya tuvo su momento. Los seguidores de Los Juegos del Hambre agradecerán este regreso a Panem con gran fidelidad a la obra original, aunque sea una historia innecesaria al no hacer crecer realmente al mundo creado por Collins.

Los juegos del hambrebalada de pájaros cantores y serpientes ya está en los cines de Chile y Latinoamérica.