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[Reseña] Deadpool y Wolverine: Rindiendo honores desde donde todo comenzó

La reunión de Wade Wilson y Logan logra renovar el interés por el MCU mientras entrega sus respetos a un universo descartado, pero jamás olvidado.

No hay lugar a confusión. Puede estar bajo el paraguas de Marvel Studios, pero esto sigue siendo una película de Deadpool. Aquello queda de manifiesto desde el primer minuto al tener al Mercenario Bocón -o Mercenario Bocazas- tarareando la inconfundible melodía del logo del estudio perteneciente actualmente a Disney, con una secuencia introductoria que pasa desde el "Only You (And You Alone)" de The Platters al "Bye Bye Bye" de *NSYNC de forma rápida, sangrienta y con el humor subido de tono que caracteriza al personaje creado por Rob Liefeld y ‎Fabian Nicieza.

Lo que hace diferente a esta entrega cinematográfica de Wade Wilson no solo es el título, Deadpool y Wolverine, sino que el cariño que hay por sus personajes y por todo un universo de héroes y villanos descartado, pero jamás olvidado.

El Universo Cinematográfico de Marvel (MCU, por sus siglas en inglés) choca por primera vez con el Universo Marvel de la era FOX, siendo Deadpool el personaje adecuado para ello. Si algo entiende el mercenario es la sátira y aquella era la mejor forma de abordar este encuentro de dos mundos, que podría haber sido un completo desastre si perdía la brújula.

Al reencontrarnos con Wade Wilson (Ryan Reynolds), lo vemos en un momento bajo de su vida. Perdió la motivación, camina sin norte, y eso lo ha alejado de un importante ser querido. Con el traje del mercenario embalado y vendiendo autos de segunda mano, los amigos parecen ser la única luz de esperanza en su existencia. Hasta que la Autoridad de Variación Temporal (TVA, por sus siglas en inglés) aparece en su puerta y lo lleva hasta Mr. Paradox, el agente de la TVA interpretado con gran soltura por Matthew Macfadyen (Succession), quien lo convence de que está destinado a grandes cosas al invitarlo a unirse a la Sagrada Línea Temporal.

Pero aquello no será tan simple como parece, porque, para salvar a sus seres queridos, deberá recurrir a un Wolverine (Hugh Jackman) "que desilusionó a todo su mundo" y enfrentar a múltiples amenazas como la poderosa Cassandra Nova, interpretada con deliciosa malicia por Emma Corrin (The Crown).

Aquella es la base de toda esta historia que resulta mucho más lineal y coherente de lo que uno esperaba, considerando el enmarañado cúmulo de líneas argumentales, personajes y universos que terminan cohesionando en una sola película. Esto llega a tal punto que no es necesario ver una treintena de producciones para entender Deadpool y Wolverine, aunque disfrutarán más de los múltiples detalles e incontables referencias si son conocedores del universo Marvel, en todos sus medios. Acá hay harto cariño por los cómics y eso es muy celebrado por muchos de los espectadores más lectores.

El Deadpool de Reynolds sigue siendo la estrella, con el actor dándolo todo en cada secuencia. El mercenario mutante se burla de todo, y de todos, y no teme ridiculizar el estado actual del Universo Cinematográfico de Marvel, sacando algunas de las mejores risas de una audiencia totalmente cómplice.  

Pero cuando el personaje alcanza niveles realmente irritantes es que la entrada en escena del Wolverine de Jackman no solo es bienvenida, sino que es necesaria. Es el perfecto contraste en seriedad y compostura, quitándonos las palabras de la boca al hacer callar -en más de una oportunidad- al Mercenario Bocón.

La dinámica entre ambos funciona a la perfección gracias a la química entre ambos y el nivel actoral de la dupla, lo que es palpable en una de las mejores escenas de la película que ocurre al interior de un auto. Esa conversación y la posterior secuencia, con todo el tercio final, sacan lo mejor de este dúo. Pueden esforzarse en aparentar ser muy distintos, son mucho más similares de lo que creen. Jackman se lleva el peso actoral con un Wolverine que no es el mismo que conocemos, lo que permite entregar una interpretación distinta, sin perder lo que lo hizo único. Otra muestra de que suceder a Jackman como Logan no es, ni será, tarea fácil.

Otro elemento que saca aplausos es el de que menos se puede hablar: sus cameos. Nada de glorificados ni injustificados, terminan siendo un aporte a la narrativa que va más allá del chiste o de cumplir expectativas. Hay una razón para su aparición y en ningún momento dejan en segundo plano a los personajes titulares. Las sorpresas son mayúsculas y algunas sacarán grandes sonrisas, por lo que es recomendable llegar completamente frescos a las funciones.

Las burlas abundan, el humor absurdo igual y más aún los quiebres de la cuarta pared, pero acá es donde entra la labor de Shawn Levy (Real Steel, Free Guy) como cineasta. Aunque irregular, especialmente si hablamos de Una Noche en el Museo o La Pantera Rosa, sabe encontrar el corazón en lo absurdo y eso es justamente lo que se necesita en este caótico momento para el género de superhéroes, y este MCU en concreto.

No todos los chistes funcionan, algunas soluciones llegan gracias a la conveniencia del guion y la sátira pierde frescura, pero hay enorme cariño y respeto por sus personajes y todo un universo de héroes, antihéroes y villanos de una era Fox que ya terminó, pero no por ello debe ser olvidada.

La emotividad que envuelve a la historia termina elevando a Deadpool y Wolverine por sobre las antecesoras aventuras del Mercenario Bocón.

No se trata de un chiste sin sustancia que se pierde rápidamente en el vertedero. Deadpool y Wolverine entrega renovado interés por un universo que puede dar más, recordando donde todo comenzó y mirando hacia el futuro mientras abraza el pasado. Y es que, post Endgame, resulta mucho más de lo que podríamos haber esperado.

Deadpool y Wolverine se estrena este jueves 25 de julio en los cines de Chile y el resto de Latinoamérica.