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[Reseña] "Elementos": Hallar nuestra identidad en una nueva tierra

Lo nuevo de Pixar es de una belleza extraordinaria que derrocha imaginación en sus escenas, que dice más de lo se percibe a primera vista.

Es interesante lo que está ocurriendo con "Elementos" (Elemental), la vigesimoséptima entrega cinematográfica de Pixar Animation Studios, la cual tuvo un bajo recibimiento para los estándares del premiado estudio de animación con base en California. Ahora, la situación se está revirtiendo, especialmente en las salas latinoamericanas donde ha recibido una merecida atención por parte de los espectadores.

Las regiones que más conectan con esta historia nacida de su director Peter Sohn (Un Gran Dinosaurio, Parcialmente Nublado) son justamente aquellas que se sienten completamente identificadas con esta historia sobre hallar nuestra identidad en una nueva tierra. Solo que está contada con elementos.

Bienvenidos a Ciudad Elementos, una metrópolis en la que conviven habitantes del agua, la tierra, el aire y el fuego. Acá, una chica hecha de fuego, "Ember" (voz de Leah Lewis), sueña con administrar el negocio de su familia, pero su volatilidad y falta de control ante los problemas le juegan muy en contra. Cuando su camino accidentalmente se cruce con el de un muchacho hecho de agua, "Wade" (voz de Mamoudou Athie), ella verá que hay mucho más de lo que creía y su mundo se expandirá de formas que nunca había sospechado… aunque se le reitere que los elementos no se mezclan.

La linealidad de la historia y aparente simpleza ayuda a plasmar sus verdaderos temas, donde quienes no vivimos en el lugar en el que nacimos nos sentimos más identificados. Imposible no pensar en la secuencia del pequeño "Vito Corleone" llegando a Ellis Island en "El Padrino II" o en el libro ilustrado "Arrival" (Emigrantes) de Shaun Tan, porque esta es una historia del fenómeno de la diáspora, de los pueblos o etnias que abandonaron su lugar de origen.

Ello se representa en los habitantes del fuego, los últimos "elementos" que llegan a la nueva tierra representada en Ciudad Elementos. Buscando prosperar en un país desconocido, para dar una mejor vida a su hija, los padres de "Ember" se enfrentan a una ciudad que no fue construida pensando en ellos y a las diferentes costumbres, luchando por hacerse entender con un idioma extraño y buscar un lugar entre otros habitantes que los ven como un peligro. Por razones obvias, el fuego no es bien visto para el agua, tierra y aire.

Es acá donde crece "Ember", entre los migrantes, su comunidad de fuego, viendo con reojo a los otros elementos por haberlos despreciado en su momento. Esa burbuja se rompe cuando entra "Wade" en su vida. Ese muchacho de agua es absolutamente opuesto a "Ember", más allá de lo evidente, al ser sumamente emocional y sentimental. Prácticamente todo lo puede hacer llorar.

Cuando "Ember" se ve obligada a seguir "Wade" hasta Ciudad Elementos, saliendo por primera vez de la periferia en la que vive con los suyos, no solo descubre que no todo fue como le enseñaron toda su vida, sino que también empieza tomar noción de su verdadera identidad, su lugar, en este nuevo mundo.

"Elementos" dice más de lo que se percibe a primera vista, con un trabajo de animación extraordinario y lleno de imaginación que despliega todo el potencial que puede entregar cada elemento, ya sea en su entorno seguro como en su interacción con otros y lo que los rodea.

Ciudad Elementos es un festín de color con un diseño que saca aplausos para el departamento artístico, donde la base de todo está en el agua -fue el primer elemento en llegar- y cómo los otros elementos se van adaptando y conviven con ello. Ver un dirigible desinflarse cuando los pasajeros de aire se bajan para luego volver a inflarse cuando lo abordan o habitantes de la tierra "alimentándose" en restaurantes con el agua que abunda en la ciudad, o departamentos que parecen piscinas para permitir la estadía de sus moradores de agua -con sillas inflables para sentarse-, son solo una muestra del fantástico despliegue del equipo de Pixar. Punto aparte la alimentación de cada elemento, con combustible siendo el equivalente a la leche para las pequeñas flamas.

Otro aspecto fundamental está en los sentimientos asociados a cada elemento y cómo se logra plasmar en cada personaje. Hace absoluto sentido que "Ember" sea volátil y explosiva, con el color de su llama cambiando en base a su emoción, mientras que "Wade" es emocional a más no poder, desatando algunos momentos de mucho humor. Su "burbuja de pensamiento" literal sacó risas en la sala.

Aunque al centro de todo está la historia de amor entre dos elementos, un romance interracial que combate los cánones establecidos en este universo, su verdadero relato, su pilar, está en la búsqueda de la identidad en una nueva tierra, sin olvidar de dónde vinimos ni quiénes somos. Respetar nuestro origen para abrirse paso al futuro.

"Elementos" no es lo mejor que ha hecho Pixar en su historia, pero sus temas, sus personajes y su puesta en escena la hacen merecedora de toda la atención posible. Es un relato transversal que les habla a todos, pero, especialmente, a quienes saben lo que es vivir en un lugar que no es el de nuestro origen.

"Elementos" ya está en los cines de Chile y el resto de Latinoamérica.