[Reseña] La Tumba de las Luciérnagas: Desgarrador relato que perdura en el tiempo
Todos perdemos en la guerra, pero es la infancia la que más sufre en esta obra maestra de Isao Takahata que, por primera vez, está en cines de Chile.
Películas como El Espinazo del Diablo de Guillermo del Toro, La Lengua de las Mariposas de José Luis Cuerda y la que nos convoca en esta oportunidad, La Tumba de las Luciérnagas (Hotaru no Haka) de Isao Takahata, comparten un elemento en común: son una muestra perfecta del horror de la guerra sin presentar ninguna batalla, donde los niños son las mayores víctimas del conflicto sinsentido.
Los conflictos bélicos son el mayor fracaso del ser humano. Todos perdemos en la guerra, pero es la infancia la que más sufre. Lo vimos en el pasado y lo estamos viendo hoy, porque nuestro mundo está sembrado de guerras.
Por ello pega aún más fuerte esta obra maestra escrita y dirigida por Takahata, porque el relato de estos dos hermanos resulta imperecedero. Su batalla por sobrevivir en Japón cerca del final de la Segunda Guerra Mundial podría trasladarse a cualquier conflicto internacional de la actualidad y demostrar que poco y nada ha cambiado.
La infancia es la más golpeada, la que más sufre, la que conoce más de cerca la crueldad y el horror de la guerra, y la primera en ser olvidada cuando llega el progreso. Un costo enorme para tal avance y del cual la humanidad prefiere hacer oídos sordos a reconocer su vergüenza.
Inspirada en la novela semiautobiográfica de Akiyuki Nosaka, se nos presenta a dos hermanos huérfanos de guerra, Seita, de 14 años, y su hermana Setsuko, de cuatro, siendo la representación de la niñez rota en tiempos de guerra. Enfrentando el egoísmo y la crueldad humana en pleno conflicto, optan por vivir en su propio mundo privado para escapar del escenario bélico y de la apatía de sus familiares y otros adultos. Pero esta realidad paralela resulta ser muy frágil, como la vida de las luciérnagas.
Pese a haberse estrenado en 1988, es un relato desgarrador que perdura en el tiempo y así lo vimos en su primera función en Chile, donde se exhibe por primera vez en la gran pantalla gracias a la distribuidora Cinetopia. Con SuperGeek presente en la premiere realizada en el complejo Cinemark del Mallplaza Vespucio, donde la mayor parte de la audiencia reconoció haber visto antes esta película, los espectadores fueron uno más en el camino de desdichas de Seita y Setsuko. No importa si conocían la historia, experimentar este viaje en una sala de cine es una experiencia completamente diferente.
Toda la audiencia estaba inmersa en estas desventuras de estos niños en un escenario trágico, donde los pocos momentos de alegría hacían sentirnos culpables por formar una sonrisa. No es un drama efectista ni manipulador, es pura honestidad y humanidad en tiempos extremos, donde puede salir lo mejor y lo peor de nosotros.
Es que Takahata tenía una sensibilidad exquisita al narrar sus historias, entendiendo el poder de la animación para abordar temas complejos e incómodos de forma universal. Desde las tremendas adaptaciones al anime de Heidi y Marco a la fábula ambientalista de Pompoko, pasando por la belleza contemplativa de El Cuento de la Princesa Kaguya, el cineasta y animador nos entrega un relato que hace al espectador sentir en carne propia la violación de la infancia en tiempos de guerra.
La Tumba de las Luciérnagas es una película que hay que ver al menos una vez en la vida. Aprieta el corazón y, a la vez, maravilla con lo hermoso de la animación, cuya remasterización eleva la belleza de sus imágenes en la pantalla grande.
No hay segundas lecturas porque no las necesita y tampoco recurre a excusas artificiosas. Esto es lo que la guerra hace a dos pequeñas vidas, la pérdida de la inocencia de golpe, con un relato desgarrador que perdura para siempre en los espectadores.
La Tumba de las Luciérnagas ya se encuentra en cines de Chile.