
[Reseña] Peacemaker – Segunda temporada: Bendita retrocontinuidad
Nada cambia, nada se suaviza y, más importante aún, todo mejora.
De forma oficial, la segunda temporada de Peacemaker es el tercer título del nuevo Universo DC (DCU) tras la serie animada Creature Commandos y la película Superman, y las intenciones del cineasta James Gunn y el productor Peter Safran -los jefes de DC Studios- quedan aún más claras.
Esto ya no es un manifiesto ni una declaración de principios. El DCU permite todos los géneros y las visiones más variadas de este mundo de Dioses y Monstruos, logrando saltar sin problemas desde la aventura más familiar a la más adulta y desvergonzada, como lo es el demencial regreso de Peacemaker.
Todo funciona, todo pertenece a la misma familia, pero nada se suaviza ni se adapta para que coincida con cierta audiencia. Acá hay historias y personajes para todos, nadie quedará fuera, y todo transcurre en el mismo universo. Si en los cómics podía existir esa amalgama de relatos sin problemas y dentro de la misma continuidad, el DCU lleva aquella máxima a un medio distinto con total naturalidad.
Por ello respiramos con alivio al descubrir que absolutamente nada se suavizó con respecto al Christopher Smith de John Cena en su salto desde el desechado Universo Extendido de DC (DCEU) al actual DCU. Por mucho que sea el mismo universo de Superman, esto no es, por ningún motivo, para toda la familia. Hay una delirante secuencia del primer episodio que deja todo de manifiesto, por si alguien quedó con dudas.
Nada podía cambiar en el espíritu de la serie y es así como la transición de una temporada a otra se siente absolutamente natural, pese a que sean dos continuidades diferentes.
Es que el antihéroe que debutó originalmente en la Charlton Comics no hubiera funcionado de otra manera, especialmente con todo el equipaje que traía de su última aventura.
Bendita sea la retrocontinuidad bien utilizada para que todos los sucesos relevantes de la temporada pasada sigan siendo importantes en este segundo ciclo. El primer gran acierto de Gunn y compañía, con el cineasta escribiendo todos los episodios y dirigiendo tres de ellos, es dar cuenta del nuevo canon de forma simple y clara. Nadie quedará rascándose la cabeza preguntándose qué pasó al momento de iniciar los eventos de esta temporada, con ligeros cambios de diálogos y modificaciones de escenas del primer ciclo para ajustarse dentro de esta nueva continuidad. De ahí que todo inicie invitándonos a ver lo que sucedió "Anteriormente en el DCU".
Cena ya no necesita demostrar que es uno de los mejores luchadores convertidos en actores, siendo una fuerza destructiva con actitud y traje de payaso para disfrazar una enorme fragilidad y un dolor que ninguna paz puede llenar.
Desde su primer capítulo, la serie toma caminos inesperados que la llevan por una ruta muy distinta a la de su primera temporada, pero con el mismo corazón, emoción y ultraviolencia que caracterizó a los episodios previos. Tanto así que hasta Eagly, el águila calva y segundo mejor amigo de Chris -el primero es Leota Adebayo-, tiene su momento para brillar de forma brutal. Saca aplausos y demuestra por qué es el mejor sidekick de Peacemaker.
Sin entrar a profundizar mucho en la historia, porque las sorpresas son múltiples, el equipo de los 11th Street Kids no recibió el tratamiento de héroes que esperaba tras haber salvado al mundo con su trabajo en el Proyecto Butterfly. Nadie está en un mejor lugar y algunos, como Chris y Emilia Harcourt (Jennifer Holland), se encuentran absolutamente sin norte. Es ahí donde entra en escena un giro multiversal que desatará un efecto dominó con inesperadas consecuencias para todos.
Una buena serie no es nada sin un buen elenco y el que encabeza Cena es de lo mejor, con Holland entregando una autodestructiva Harcourt, Danielle Brooks siendo la verdadera alma del equipo como Leota, Freddie Stroma dando la nota alta con su amistad sincera y comentarios totalmente desubicados como Vigilante, y Steve Agee tan lleno de inseguridades y eclipsado por sus superiores como John Economos. Cuando todos se juntan, una verdadera y bizarra familia se forma y todo funciona como reloj. Uno gastado, viejo y visto en menos, pero al que le tenemos mucho cariño.
Además de sumar a Tim Meadows al robarse todas sus escenas con cada comentario cancelable, finalmente se deja a Frank Grillo crecer y presentar a su Rick Flag fuera de los trajes y la burocracia, tomando de forma muy personal su persecución contra Peacemaker por haber matado a su hijo en Corto Maltese. Sí, esos eventos de The Suicide Squad siguen siendo canon. Si algo se muestra o se dice en pantalla en esta serie, es oficial dentro de la continuidad.
La serie aprovecha enormemente el aumento de presupuesto para incrementar la escala de su relato, pero sigue siendo una historia muy centrada en sus personajes y no olvida lo que es: una aventura con espíritu de cine B, exagerada y sin restricciones, con gran corazón.
¿Y el baile que da el vamos a cada episodio? Aunque no resulta superior al de su primera temporada al ritmo de "Do Ya Wanna Taste It" de Wig Wam, pues no cuenta con el factor sorpresa, la nueva intro al ritmo de "Oh Lord" de Foxy Shazam es una digna sucesora y captura de forma impecable las temáticas del ciclo actual, momento Dirty Dancing incluido.
La segunda temporada de Peacemaker se estrena este 21 de agosto en HBO Max, con nuevos capítulos cada jueves en el streaming.