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[Reseña] House of the Dragon: Una casa que se construye en buenos cimientos

El Juego de Tronos volvió a comenzar.

Hay un momento del segundo episodio de "House of the Dragon" (La Casa del Dragón) en el que se anticipa un importante enfrentamiento. Las espadas se desenfundan, la tensión está en el aire, pero todo termina por resolverse en un diálogo donde las palabras son más poderosas que el cuchillo más afilado.

Aquello es un importante recordatorio de lo que realmente hace atractivo al universo literario creado por George R.R. Martin. Sí, disfrutamos de las grandes batallas, quién no lo haría; pero lo clave acá está en los personajes y en sus interacciones, en sus relaciones, en lo humano que son, para bien y para mal, y en cómo todo va cocinándose lentamente.

Una palabra, un diálogo, puede ser tan mortal como el fuego de un dragón.

Con dos episodios ya emitidos, la precuela de "Game of Thrones" está demostrando su valía construyéndose sobre buenos cimientos, entendiendo que no debía distanciarse tanto de la serie original, sino que apoyarse sobre aquello que la hizo el fenómeno que fue en sus primeras temporadas, a las cuales siempre volvemos.

Alrededor de dos siglos antes del nacimiento de "Daenerys", la historia de "House of the Dragon" toma como inspiración el libro "Fuego y Sangre" de Martin para presentarnos la cúspide del poder de la Casa Targaryen en Poniente (Westeros) y los eventos que llevaron a la llegada de la "Danza de Dragones", la guerra civil que casi destruye a esta dinastía.

Habiendo leído la crónica, uno sabe cuál será el destino que tendrá este viaje, pero, como en toda buena historia, lo importante está en el camino, en los detalles, en lo que realmente sucedió. Y ese recorrido avanza con una planificada calma, para desatar todo en el momento en el que menos esperamos.

Aunque esta casa está construyéndose sobre buenos cimientos, lo cierto es que el inicio no fue el mejor. Su primer episodio optó por comenzar con una secuencia que se aleja increíblemente de lo que es "Game of Thrones", con diálogos expositivos que nunca fueron parte de la serie original para instalarnos en el escenario a desarrollar. Una forma innecesaria de marcar una diferencia con su serie antecesora.

Posteriormente, salto temporal mediante -y no será el último-, entramos en pleno reinado del rey "Viserys Targaryen" (un sólido Paddy Considine), el primero de su nombre, en lo que pareciera ser el apogeo de su era. Pero estamos ante una historia salida de las letras de Martin y ya sabemos que aquello cambiará de un momento a otro, con gran brutalidad en este caso.

La tragedia no tarda en golpear a la dinastía y el rey se verá forzado a tomar difíciles decisiones, donde la sucesión se transformará en un tema de conflicto por largos años por venir y encenderá la chispa de la inevitable guerra civil.

Los eventos narrados en la serie recién comienzan en la página 434 del libro "Fuego y Sangre", dejando en claro que acá lo importante es el recorrido que nos dirigirá a la "Danza de Dragones", y en su primer episodio le toma tiempo agarrar la dirección entre varias explicaciones y presentaciones de personajes, donde un torneo se crea como una gran excusa para reunir en un mismo lugar a los principales rostros de la serie. Menos hubiera sido más en este caso.

"House of the Dragon" empieza a agarrar fuerza al recordar qué es lo que hizo grande a "Game of Thrones" y entender que no necesita distanciarse tanto de la serie original para presentar su apuesta, pues acá lo clave siempre ha sido la búsqueda del poder y las intrigas, los planes, las conversaciones entre cuatro paredes, las mentiras, las verdades, las traiciones y todo lo que envuelve al "Juego de Tronos". Ahí está su fortaleza.

Sumen a ello una sociedad patriarcal que ve en menos a las mujeres y a ellas valiéndose por sí mismas para desarmar el orden. Sí, hay dragones (17, para ser exactos), pero eso nunca fue lo más importante.

El poder está en las palabras y en saber jugar el juego, donde muchas veces quien menos se espera se encuentra más cerca del Trono de Hierro. La fuerza bruta, no mucho. No hay un camino rápido para ganar este juego.

"Rhaenyra Targaryen" (Milly Alcock), heredera al trono, empieza a entender las reglas y deja en claro que su fragilidad solo es de apariencia, tomando decisiones que dan cuenta de una enorme inteligencia; mientras que su tío "Daemon Targaryen" (Matt Smith), con quien comparte una fuerte relación, no tarda en dar cuenta que ser impetuoso y temperamental no ayuda nada en su ambición. Ambos son los mejores personajes en lo que va de la serie.

Con extensos saltos temporales entre episodio y episodio, el más importante vendrá cuando veamos a la princesa "Rhaenyra" pasar de tener el rostro de Alcock al de Emma D'Arcy, presentando un camino que apuesta a largo plazo (ya se confirmó una segunda temporada).

Esto no se decidirá en dos o tres episodios, acá hay un plan y un juego que jugar, donde lo clave está en cómo se arma y construye todo. Los engaños, las palabras, las miradas que dicen mucho.

El "Juego de Tronos" ha vuelto a comenzar. Eso es lo que se aplaude.

"House of the Dragon" (La Casa del Dragón) ya está disponible con sus dos primeros episodios en HBO Max, con capítulos de estreno cada domingo a las 21:00 horas de Chile en HBO y en el streaming.