[Reseña] Army of the Dead: Ya no queremos más superhéroes
La última película de Zack Snyder ya inunda Netflix.
Zack Snyder ha estado en la palestra durante el último año luego que Warner Bros., decidiera darle opción de rehacer la criticada Justice League, esa que tuvo que abandonar antes de acabar debido a problemas personales (el fallecimiento de su hija) y que Josh Whedon tijereteó tanto que la dejó prácticamente inservible.
Sabemos que estamos hablando de otra película y también bajo el alero de otra empresa, mucho más joven que WB, pero se hace imposible no explicar este hecho, porque efectivamente y más allá de los miles de millones que Netflix ha gastado en su publicidad, el ruido que ha generado Army of the Dead es precisamente por estar a cargo de Znyder.
Y justamente ese es el primer problema con que uno choca, puesto que cuando el nombre del director trasciende más que su obra, por lo menos desde nuestro punto de vista, todo se complica. Sí, porque todo lo que hemos visto antes del estreno es “la nueva película de Snyder”, “los zombies de Snyder” y varias cosas más que siempre se acompañan del director.
Quizás esto no esté tan mal del todo, pero sí es innegable que de entrada comienza a eclipsar la película. Cuando todo gira alrededor del director la cosa ya parte algo sucia y no permite enfocarse en sus propios argumentos.
Con eso ya explicado, vamos por los zombies antes que ellos vengan por nosotros.
Army of the Dead podría haberse presentado como otra película más de muertos vivientes pero la verdad es muy distinta, ya que este argumento central está bien apoyado por los conflictos de sus protagonistas, que tienen dilemas morales como factor común. Es una necesaria vuelta de tuerca para que no nos encontremos con las mismas historias de siempre que si las juntamos con los típicos argumentos de una cinta de zombies, se hace intragable.
El eje central de esto es el personaje del ex luchador Dave Bautista que en el papel de Scott Ward, un ex comando militar que ya tuvo un exitoso primer partido con los zombies, debe luchar con sus fantasmas interiores que incluyen matar a su amada esposa convertida en zombie y la relación quebrada con su hija, la que por años dejó de ver. Igual, como no es el foco, este conflicto se aborda lo justo y necesario.
Los zombies quedaron encerrados en Las Vegas tras aquel primer triunfo y ahora Ward debe regresar para realizar un supuesto atraco a uno de los casinos abandonados del lugar, para lo que debe juntar un equipo alocado y dispuesto a ir a golpearle la puerta a la muerte.
Este equipo, como pueden suponer, es una conjunción de muchos caracteres que deben funcionar obligados y que presenta relaciones dispares entre el más violento y el que se acerca por primera vez a las armas, el que traiciona al equipo y el sádico que disfruta con ver volar tripas. Todo eso ya lo vimos antes.
Sin embargo, hay otros guiños que el director se da maña (más allá de recordar en varios pasajes a su primera cinta del género “Amanecer de los muertos”) como un intento de desnudar la típica y criticada idiosincrasia estadounidense, esa misma que sus habitantes y generalmente este tipo de artistas aprovecha cuanta ocasión tienen de criticar, pero que la viven a concho como si nada pasara.
Están presentes decisiones de genocidio, matando a unos pocos por salvar a la mayoría, la parsimonia de algunos canales de noticias estadounidenses y el abuso de poder de policías en contra de indefensos, sobre todo mujeres. Ah, todo esto en una especie de campo de concentración que es donde están "a salvo" los últimos habitantes del infestado lugar, mientras esperan su turno para alejarse para siempre del lugar.
Sobre los muertos vivientes qué decir; estos ya van más evolucionados incluso presentando una especie de jerarquización que incluye una relación amorosa de reales sentimientos con embarazo incluido, situación que desencadena el ataque final de los zombies más “inteligentes”, que son llamados “Alfa” y que además de pensar, son ultra rápidos y pueden esquivar balas como si capoeira estuvieran bailando. También están los clásicos lentos y sosos por montones, pero con poca opción de ganarle a estos tipos rudos.
Y más allá de historias cortas dentro del equipo de humanos (hay un par que podrían haber sido más exploradas), los típicos clichés de este género y el no saber el desenlace de conflictos que parecían ser parte del motor de la cinta, sus casi dos horas y media se pasan volando, logran mantener activo y pendiente a la pantalla esperando conocer el final y no queriendo que llegue el final.
Todo esto permite olvidar el exceso de protagonismo que ha tenido Zack Snyder, casi siempre empujado y alimentado por él mismo, y permite decir que Army of the Dead no será de esas películas del género que es mejor olvidar. Por eso el abandono, forzado o no, a los superhéroes por parte del director le vino como anillo al dedo y, la verdad, esta es una buena oportunidad para dar vuelta esa página y dejar de llorar.
Aunque tampoco es para decir que queda plantada una secuela, pero conociendo el excesivo ego que ha demostrado Snyder el último tiempo y el que de seguro la cinta se convertirá en un éxito para Netflix, es fácil pensar que la segunda parte llegará. Lo que sí está confirmado, y de antes del estreno, es una precuela y una serie animada a las que habrá que poner atención para ver si se justificaban.