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[Reseña] Capitán América: Un Nuevo Mundo | Inofensivo espectáculo

Literalmente, Harrison Ford se roba la película.

Marvel Studios lo ha tenido complejo para mantener una línea argumental sólida como base para su actual Saga del Multiverso, que está al centro de toda la franquicia, y no mucho cambia con Capitán América: Un Nuevo Mundo (Captain America: Brave New World).

La última entrega del Universo Cinematográfico de Marvel (MCU, por sus siglas en inglés) llegaba con importantes promesas en lo que respecta al avance de su saga central tras una extensa pausa, pero el debut en la gran pantalla de Anthony Mackie como el Centinela de la Libertad resulta más inofensivo de lo que aparenta, dejando a su aventura previa en la serie The Falcon and the Winter Soldier, que vimos en 2021 por Disney+, en una mejor posición en lo que respecta al comentario social y los paralelismos con la realidad.

Después de todo, ahí se planteaba un debate interesante sobre el hecho de que el héroe de las barras y las estrellas sea afroamericano. ¿Cómo ser el símbolo de un país que no te representa? Esa pregunta era el corazón de aquella serie, con el propio Sam Wilson entendiendo que el cambio debía partir por alguna parte al optar por levantar el emblemático escudo, uno cuyo peso simbólico es enorme.

Poco y nada hay de eso en Un Nuevo Mundo, optando más por el espectáculo en una apuesta a la segura que dejará bastante conforme a los seguidores de este universo, pero que flaquea por la sensación de lo que pudo ser.

Sirviendo como cuarta película del Capitán América y también como secuela de la serie The Falcon and the Winter Soldier, la historia nos presenta a Sam Wilson operando como el Capi y afianzado en su rol. Puede tener un traje y alas, pero sigue siendo un humano normal. Nada de suero de supersoldado en sus venas. Tras una misión aparentemente exitosa, una invitación a la Casa Blanca desemboca en un ataque al presidente de los EE.UU., Thaddeus "Thunderbolt" Ross (Harrison Ford), que involucra a Isaiah Bradley (Carl Lumbly), el primer supersoldado de color que el mundo se encargó de borrar su existencia. Sam buscará respuestas, dando con una conspiración cuyos hilos se extienden hasta el mismísimo Salón Oval.

Bajo la dirección del cineasta nigeriano-estadounidense Julius Onah (The Cloverfield Paradox), el foco está en hacer brillar a Mackie, quien se gana totalmente el derecho a portar el escudo con su enérgica presencia, atractivo encanto y compasivo espíritu. No tendrá el carisma ni la presencia del Steve Rogers de Chris Evans, pero él no busca ser lo mismo. Esa diferencia es clave y Mackie lo entiende, porque la gente puede reconocerse en el héroe sin poderes.

Pero es Ford quien, literalmente, se roba la película, entregando a un "Thunderbolt" Ross de gran presencia. Aunque busque alejarse del pasado en el que persiguió a Hulk y llevó a cabo la captura de otros héroes bajo los Acuerdos de Sokovia, es un hombre que quiere probar que se puede cambiar para bien. O, al menos, demostrárselo a una persona muy importante para él. El pasado no tardará en devolverle la mirada, pues carga con culpas, contradicciones y secretos que pueden terminar arruinándole todo. Su transformación no es ningún secreto y, claramente, Ford disfrutó cada segundo. Es el corazón de toda la película.

Al ponerse el foco en la acción, hay un par de momentos donde Sam Wilson realmente se luce, demostrando que sí existe espacio para la creatividad cuando se da la oportunidad. Aquella secuencia que se desarrolla en torno al imponente cuerpo del Celestial -que finalmente adquiere relevancia tras Eternals de 2021- hace justificar ver todo en la gran pantalla. El espectáculo está, pero no a la altura de otros títulos de Marvel Studios.

Aunque todo apuntaba a un thriller de espionaje en la línea de la celebrada The Winter Soldier, la historia resulta más simple de lo que aparenta y las sorpresas, que las hay, no son tantas ni tan inesperadas como podríamos haber esperado. Los tráilers y la promoción dejaron poco a la imaginación.

Los créditos muestran a cinco nombres en el guion (Rob Edwards, Malcolm Spellman, Dalan Musson, Peter Glanzen y el propio Onah) y aquella multiplicidad de voces termina quedando reflejado en una historia que pareciera complicar lo que no necesitaba ser complicado, dejando entrever las muchas líneas argumentales que nunca se desarrollaron. No mucho hay de reflejo sobre el panorama político y social actual, optándose por el camino seguro y cerrar algunos cabos sueltos pese al potencial que tenía con sus elementos clave.

Cuando todo acaba, queda la sensación de que poco realmente cambió dentro del gran panorama. La única escena post-créditos refuerza aquella sensación. Capitán América: Un Nuevo Mundo termina siendo un espectáculo inofensivo que apuesta a la segura, llevando a que miremos con más expectativas lo que vendrá a futuro con Thunderbolts* y Los Cuatro Fantásticos: Primeros Pasos. Cumple, entretiene, pero deja al espectador preguntándose cómo hubiera sido todo si hubiera asumido bienvenidos riesgos.

Capitán América: Un Nuevo Mundo se estrenó este jueves 13 de febrero en los cines.