[Reseña] "Transformers: El Despertar de las Bestias": Entretención sin culpa
Mientras más se aleja de lo hecho por Michael Bay, mejor para los robots que se transforman.
Si hay que reconocerle algo a Michael Bay con sus películas de "Transformers", es que cada nueva entrega haya sido peor que la anterior. Bien quedó demostrado aquello en "Revenge of the Fallen" y la escena de "Devastator". Sí, la de estar debajo del "escroto del enemigo".
Con Bay fuera de la silla del director, la franquicia de los robots que se transforman de Hasbro comenzó a recuperar el rumbo en 2018 con "Bumblebee", que funcionaba como precuela y trasladaba los eventos a 1987, con una historia más pequeña y una encantadora protagonista de la mano de Hailee Steinfeld. Resultaba un viaje entrañable, gracias a la experiencia del director Travis Knight ya demostrada en la bellísima "Kubo and the Two Strings".
Aquel resultó ser un prometedor nuevo punto de partida para una franquicia que se pensaba que no podía dar más. En ese caso, menos resultó ser más. Sin embargo, todos sabemos a lo que vamos cuando nos encontramos con esta saga: robots que se transforman y peleas a gran escala.
Con su más reciente entrega, "Transformers: Rise of the Beasts" (Transformers: El Despertar de las Bestias), la franquicia toma las lecciones aprendidas con "Bumblebee", al darnos personajes humanos que sí importan y entregarle tridimensionalidad a sus "Transformers", pero también continúa bebiendo de lo hecho por Bay, aunque en menor medida. Por suerte.
Bajo la dirección de Steven Caple Jr., quien dejó una buena impresión con su trabajo en "Creed II", todo inicia con una reglamentaria secuencia expositiva que nos presenta al Macguffin de turno -en este caso, la Llave Transwarp- y cómo los "Maximals", las bestias de "Transformers" del lado de los buenos, están vinculadas a este objeto que es buscado por "Unicron", legendaria amenaza de proporciones planetarias, y sus secuaces, los "Terrorcons".
Saltamos posteriormente a 1994, con abundante música hip hop y poleras de "Power Rangers", donde los "Autobots" llevan siete años escondidos en la Tierra tras los eventos de "Bumblebee". Cuando encuentran una forma de volver a su hogar, dejan de ocultarse y sus caminos se cruzarán con "Noah" (Anthony Ramos), un ex soldado de Brooklyn que trata de conseguir empleo como guardia de seguridad para ayudar a su hermano de 11 años enfermo, y con "Elena" (Dominique Fishback), una interna en un museo que ve diariamente cómo su jefa se queda con el crédito de sus investigaciones.
No tardamos en ponernos del lado de ellos, al reconocer sus problemas y verlos tratar de salir adelante cuando todo les juega en contra. La eterna lucha de la comunidad latina en suelo estadounidense, sin perder el carisma.
En lo que respecta a los "Autobots", vemos a un "Optimus Prime" (con la inconfundible voz de Peter Cullen) que no es el héroe infalible a que estamos acostumbrados. Este líder carga con la culpa y la posibilidad de un escape lo ciega de todo lo demás. Todavía no es el "Optimus" que confía en los humanos, a quienes ve en menos. Mientras que "Mirage", con Pete Davidson en la voz, da un bienvenido alivio cómico y algunos de los diálogos más hilarantes, siendo el primero en creer en un humano y entender su valor.
Aunque los "Maximals" parecían ser claves en la previa, no hay mayor exploración de su mitología más allá de ser la excusa para explicar por qué el McGuffin de turno se encuentra en la Tierra. Eso sí, da gusto ver a un honorable "Optimus Primal" (Ron Perlman), quien entiende que hay de lo que ven los ojos en la raza humana y es implacable en defensa de la causa, y a una "Airazor" (Michelle Yeoh) que comprende los sacrificios que hay que hacer por el bien mayor.
No se puede decir lo mismo de los villanos. "Unicron" es imponente en presencia y el trabajo de voz de Colman Domingo le da enorme malevolencia, pero queda en segundo plano al entenderse que es solo presentación. Los "Terrorcons", liderados por "Scourge" (Peter Dinklage), son los secuaces que hacen el trabajo sucio y están ahí porque se necesitaban antagonistas.
La historia es bastante coherente y no pierde el tiempo en complicarse, con secuencias que agradecen la priorización de escenarios reales, especialmente en lo que respecta a Perú, con Machu Picchu y Cusco luciendo increíbles en la gran pantalla. Da gusto ver a los "Maximals" moviéndose con naturalidad por la selva peruana y las ruinas incas, que consideran su hogar.
Donde faltó pulir más es en el último tercio, con un plan innecesariamente complicado y la obligada batalla final entre robots que se transforman. Aunque uno celebra escuchar "¡Maximizar!" en pleno combate y los diseños de los robots son lo suficientemente distintivos para no perderse de nada en la contienda, no hay nada que no se haya visto antes en este tipo de secuencias climáticas. Incluso, hay un momento heroico que saca una reacción de "¡ya, te pasaste!". Ya sabrán cuál.
Al final, esto va en la línea de lo iniciado en "Bumblebee", demostrando que la franquicia sí puede enderezar el camino. Uno sabe que los "Transformers" pueden dar más, como quedó demostrado en la trilogía televisiva "War for Cybertron", y el resultado acá es entretención sin culpa y sin los excesos de la era de Bay.
Lo más importante, pensando en el futuro de la franquicia, es que la última escena saca una enorme sonrisa, especialmente a los más aficionados. Lo que viene tiene mucho potencial y, ojalá, no lo desaprovechen.
"Transformers: El Despertar de las Bestias" ya se encuentra en los cines.